La dona perfecta.



Si alguien me preguntase que recuerdos tengo de mi infancia el primero que se me viene a la mente sin duda alguna es la palabra grandota. Durante toda mi vida es una palabra que me ha definido bastante bien, tanto para mis familiares, como compañeras de clase, dependientas e incluso para la moda. Y es que mido uno setenta y tres y soy de lo que antiguamente se llamaba "hueso ancho" y eso es algo que me ha perseguido gran parte de mi adolescencia. 
Siempre he sido de esas fanáticas de las dietas milagro, en la que bajas dos kilos y engordas siete, pero con los años y sobre todo ojeando mis fotos antiguas, me he dado cuenta que incluso cuando estaba en mi peso IDEAL, no era feliz. Y la gran verdad, es que he aprendido a tener días buenos y malos, a pelearme con mi cuerpo cuando estoy en los días rojos del mes, a disimular las cosas que no quiero que vean, a potenciar mis puntos fuertes, en definitiva a convivir conmigo misma. Y es que como siempre digo, la única persona que seguro va a seguir conmigo toda mi vida, soy yo misma.
La idea de abrir un blog siempre se me cruzó por la cabeza, a lo largo de muchos años fui abriendo y cerrando varios pero no fue hasta la semana pasada que me decidí a hacerlo de verdad.


Y es que hace cosa de un año y medio me he mudado de Galicia, España en un vuelo de 12 horas sin billete de vuelta, hacia Argentina, mi tierra natal. Y he descubierto tristemente que en esta parte del mundo (como pasa en gran parte de Latinoamérica) no hay cabida para la mujer XXL, ni hablar para conseguir más de una talla 46... Pero ese no era el punto, no te enrolles Evelina.
Bien, pues como decía hace cosa de una semana, pasaba como siempre a la vuelta de clases para mi departamento pero antes  decidí parar a comprar un yogur con cereal para comer cuando LA VÍ. Una preciosa dona o donut (no tengo muy claro como lo llaman) con relleno de crema. ENORME, DULCE, GRASIENTO.
Miré mi mano en donde llevaba el  yogur con cereal y volví a mirar la dona. Siempre que pasaba por esa pastelería las miraba porque las tenían expuestas en la vidriera y siempre decía "algún día me voy a comer una" pero la realidad es que no me la compraba porque pensaba en lo pesado que me caería o lo que engordaría o...
Al entrar vi que había otras tres mujeres, las dos primeras miraron la dona, mordieron su labio y terminaron pidiendo productos dietéticos; la tercera mujer sin embargo, una mujer como yo grandotamiró la dona y suspiró pidiendo solamente una botella de agua. En su cara podía ver la indecisión y casi podía oírla sumando calorías mentalmente...Cuando me tocó mi turno, con voz decidida le pedí una dona con crema y una botella de agua, casi al instante vi a las otras tres mujeres mirarme, con una gran sonrisa salí de la tienda ignorando las miradas de desaprobación de incluso la tercera mujer. Esto me llevó a pensar cuantas mujeres hay por ahí sintiendose culpables del cuerpo que tienen, lo peor, es que esta tercera mujer me llevaba al menos diez años. Esta primera entrada va dedicada sin duda a todos esos blogs curvys que he tenido el placer de encontrar por internet, que me han abierto los ojos a que hay que quererse tal y como una es,  sin prejuicios y sobre todo sin remordimientos.


Cuando llegué a casa me la comí. ¿Y sabes qué pasó? 
Que disfruté comiendo, como hacía mucho no disfrutaba.



Foto sacada de







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